Días del 172 al 187
Tras pasar
dos semanas cargadas de risas y buena compañía, pusimos rumbo Perth, donde
quedamos pasmados con la cantidad de aborígenes que había por la ciudad, era la
primera vez que veíamos, ya que por la parte este de Australia apenas se ven.
El primer
día en Perth, lo pasamos cargados con los bártulos de un lado para otro en
busca de un alojamiento digno, porque no os imagináis los cuchitriles que nos
estamos encontrando, algunos que a la cama hasta le faltaba el colchón y no os
penséis que más baratos, no, por el mismo precio o incluso más… Por fin y
después de un día duro encontramos un hostel limpio y a un precio razonable. El
resto del día lo pasamos buscando una cámara de fotos acorde a nuestro
bolsillo. Finalmente nos decantamos por una compacta con posibilidad de meter
al agua.Y para cenar una rica rica tortilla de patata que todos miraban con envidia =)
El resto de
los días en Perth los pasamos, cámara en mano, de turistas por toda la ciudad,
comiendo en el parque Kings con unas vistas increíbles de la ciudad, paseando
por la orilla del río Swan, viendo las miles de embarcaciones y admirando a los
intrépidos aficionados a subir y bajar escaleras, ya que en las escaleras
Jacob´s Ladder con 242 peldaños, cada día se amontonan más de un centenar de
personas para subir y bajar una y otra vez a modo de deporte. Nosotros al verlo
quedamos anonadados, esta bien, lo gracioso es que después de semejante
chaqueta los aficionados después de subir y bajar un millar de veces los
peldaños se montaban en sus coches aparcados junto a las escaleras y se iban,
curiosísimo.
Para después comer en la playa de Cottesloe y dar un pequeño
paseo. Tras un tren y un bus llegamos a Scarborough con fama por el surf, pero
ese día era solo apto para el baño.
El lunes a
eso de las 12 del mediodía y tras tres autobuses urbanos con sus respectivas
dos horas conseguimos con todos nuestros bienes recoger la esperada furgoneta,
con la que empezábamos una nueva etapa en nuestro viaje, para bien o para mal…
Lo primero
de todo fue pasar por el Mercado a abastecernos de todo tipo de provisiones,
para no tener que volver al menos en cuatro o cinco días. Al final esto nunca
se cumple y al día siguiente ya estamos en el súper a ver las ofertas, jajaja.
Más tarde pusimos rumbo norte, donde tras un par de cientos de kilómetros
decidimos hacer noche en Yanchep un pueblecito con fama por sus olas. Una noche
conmovedora en nuestro nuevo hogar (tres semanas durmiendo con gente en la
habitación…), vista rápida al mar, nada que mereciera la perna y rumbo norte de
nuevo.
Visitamos y
preguntamos por trabajo en Jurien Bay,
Dongara-Port Denison donde casi
conseguimos trabajo, pero la plaza era para dos años y tuvimos que decir que
no… Tras una noche huyendo de los carteles que nos denegaban dormir en la
furgoneta, algo que a partir de aquí hemos hecho cada noche, ya que en Western
Australia en los aparcamientos pone una señal donde prohíbe pernoctar en los
vehículos… Un paseito mañanero para despejarnos antes de conducir otros tantos
kilómetros.
Los
siguientes pueblos fueron Geraldton, pasando por Horrocks y para no dar una
vuelta de más de cincuenta kilómetros hicimos un atajo por un camino de tierra
para llegar a Port Gregory con muy poquitos habitantes y nada de trabajo, donde
hicimos noche y por la mañana vimos como la comunidad ayudaba a un pescador a
sacar su bote hundido, todo un espectáculo para los lugareños y los no
lugareños. Más tarde pusimos rumbo a Kalbarri, un pueblo con unas olas enormes
y rapidísimas, donde Ainhoa temió por Iván que poco duro en el agua. Y con unos abruptos acantilados costeros.
Tras la
rutina de preguntar trabajo y tras obtener la misma respuesta (que el verano
había terminado y que buscáramos fortuna al norte donde va a empezar la
temporada), visita afortunada al parque nacional de Kalbarri lugar con unas
vistas increíbles de la garganta del río Marchinson y unas ventanas naturales
formadas por el viento en las rocas que dan a las gargantas, fabuloso.
Tras
conducir más de 3500 kilómetros
por una carretera sin nada y cuando digo sin nada es sin nada, solo algún
canguro y aves, nada más, a esto le llaman el Outback y debemos acostumbrarnos
ya que el resto de nuestro viaje por carreteras del Western van a ser así…Alguna que otra gasolinera y los típicos train road (camiones con tres o cuatro gabarras).
Llegamos a Carnanvon un sitio plagado de aborígenes, por cierto todos los
aborígenes que hemos visto en esta etapa de nuestro viaje, parecen vagabundos,
todos mal vestidos, en la calle sentados, sin dientes, indiferentes de la vida…
Eso si los más pequeños todos con helados, chuches, montados en las atracciones
de los supermercados, algo extraño, pero para eso viajamos para ver cosas diferentes. Tras preguntar en las
plantaciones, nos dijeron que la recogida había terminado, así que llenar depósito
y a continuar. Antes de partir fuimos en busca de un spot de Surf situado en
unas carreteras secundarias donde a la entrada adviene un cartel en el que pone
“Kings Wave Kill” (las olas rey matan) aquí hay una placa donde rinde homenaje
a los centenares de muertos por el mar en esta parte, después de conducir más
de cien kilómetros y otros tantos por caminos de tierra llegamos a una especie
de parque nacional donde para dormir había que pagar y visto el panorama
decidimos hacer unas fotos a los Blowholes que son unos orificios marinos en la roca donde entran las olas y expulsan el agua a mas de 5 metros de altura, comer y nos dimos la vuelta.
La siguiente parada y
con su respectiva noche fue Coral Bay, un lugar mágico donde no hay más que una
calle pequeñísima con tres campings, un resort y un hostel. Las playas paradisíacas,
de arena blanquísima y una gran vida acuática donde puedes ver mantas,
tortugas, tiburones de arrecife y un millón de pequeñas especies. Respecto al
trabajo esta vez hubo suerte, pero todo se tercio cuando nos pidieron los
papeles y claro somos ilegales… Así que por la mañana temprano antes de que el
sol apretara nos pusimos camino Exmouth.
Nada más
llegar a Exmouth, hicimos una paradita en información y turismo para pedir un
mapa detallado con los hoteles, los restaurantes y los spots de Surf, así que
sin perder tiempo nos pusimos en marcha. Todo el día entre no necesitamos a
nadie y sin papeles no podemos daros trabajo, con lo que empezamos a
desmoralizarnos un poco, parece que en el Western Australia son legales y no
contratan a gente sin el Working Holiday Visa… Por la tarde decidimos ir a
aliviar tensiones con un buen baño y de camino a la playa nos encontramos de
frente con un par de emús, jajaja que grandes son.
Las olas este día fueron
pequeñitas pero divertidísimas. Esa noche decidimos pernoctar en lo alto de un
faro, algo que describimos como increíble, un atardecer como nuca habíamos
visto, horas admirando las estrellas (jamás habíamos visto tal cantidad de
estrellas, no sabemos si es por la oscuridad absoluta ya que el faro no
funcionaba o por el agujero en la capa de ozono, pero el panorama nos
estremeció y fascinó) para despertarnos a las seis de la mañana para ver
amanecer, llamarnos románticos pero el faro nos enamoró.
Por la mañana nos
relajamos en la playa, para después de comer otro baño igual de divertido con
tortugas gigantes nadando a nuestro alrededor, que pasada.
Con el sol bajo nos
pusimos rumbo al parque nacional de Karijini, lo hacemos de noche ya que
conducir más de seiscientos kilómetros por carreteras por el desierto, sin una
sola curva es frustrante, ya que es todo lo mismo, lo mismo, lo mismo y por la
noche como solo ves hasta donde alcanzan las luces no se hace tan pesado,
aunque tienes que ir esquivando alguna vaca, alguna oveja, algún dingo...
Tras hacer
una parada para descansar y dormir un poco conducimos unos doscientos
kilómetros, que eran los que nos quedaban para llegar a Tom Price, donde nos
abastecimos para pasar un par de días en el parque y pedir información sobre
las rutas y normas. Cincuenta kilómetros más pasamos las puertas del parque y
esto es lo mejor, hay una especie de caseta donde hay unos sobres donde tienes
que meter el dinero de la entrada y meterlo a un buzón, jajaja, os podéis
imaginar que como buenos españoles que somos miramos para el otro lado cuando
pasamos por la caseta… Después de una buena ensalada para comer, que con estos
calores es lo más refrescante, hablamos de más de cuarenta grados… Nos
adentramos en el parque nacional, donde nos bañamos en unas pozas de agua súper
fría y nos dimos cuenta que eran rutas para andar por el río, lo que en España
llaman barranquismo, así que seguimos el descenso del río entre toboganes,
gargantas de vértigo y unas pozas increíbles, el día se torno de una manera
increíblemente gratificante.
El dormir lo tuvimos que hacer en un camping del parque
donde también había que pagar, pero como llegamos muy tarde de noche, ya que
las distancias en el parque nacional de una ruta a otra son de más de cincuenta
kilómetros por caminos sin asfaltar, se nos hizo tarde, así que en la puerta no
se encontraba el señor guarda y otra vez que nos invitaron a dormir, esta vez
queríamos pagar, pero no había nadie.
Por la mañana hicimos otra ruta, esta vez
no tan apasionante ni con tantos alicientes, pero de igual forma gratificante,
tras comer, nos dimos cuenta que el karma nos estaba castigando por nuestros
pequeños fraudes ya que nos encontramos con la rueda delantera derecha pinchada
y que tuvimos que cambiar entre tierra roja a más de cuarenta grados a las dos
del mediodía, pero bueno. Después de cambiar la rueda y con no muchas más posibilidades
de agua y con ganas de encortrar trabajo buscamos en nuestro mapa el siguiente
destino, Port Herland.
En Port
Herland todo era feo, las calles de color rojo por la arena roja llevada por el
viento, una ciudad completamente industrial, en la que solo se vivía de las
minas y del puerto, había algún que otro hotel, pero todo cubierto. Una noche
en la que dormimos en un parking lleno de jóvenes que trabajaban en las minas y
viven en furgoneta, los cuales se duchan como nosotros en duchas públicas, la única
diferencia es, que ellos se duchaban con ropa para quitar el rojo de sus
vestimentas… algo realmente curioso.
Ahora nos
encontramos en Broome, un poco alicaídos, ya que esta cuidad es realmente
turística y no nos dan trabajo por no tener los papeles, ayer la flauta sonó y
Ainho pudo trabajar dos horas para limpiar una tienda que va reabrir, pero solo
ese día. Además esta mañana nos hemos levantado a las 5 de la mañana para poder
acceder a las 200 visas de trabajo de Nueva Zelanda para trabajar de legales
allí y cuando hemos terminado de rellenar el formulario ya se nos habían
adelantado, con todo el dolor de nuestro corazón y con la moral por los pies,
nos hemos vuelto a lo nuestro con todo nuestro sentimiento, pero nada. El arreglo
de la rueda nos ha costado 40 dólares, el dinero que ganamos hace tres meses
esta desapareciendo poco a poco y de seguir por este camino en un mes y medio
nos vemos en casita… ¡Hasta pronto! Un beso muy fuerte para todos.