Días del 270 al 278
Estos días
han sido de lo más complacientes para nosotros y la verdad sea dicha, hemos
pasado muchas horas el avión, autobuses, trenes y coche, pero la experiencia ha
sido inolvidable y la recordaremos siempre…
A eso de
las 10 de la mañana nos dejo Jutta en el aeropuerto, afortunadamente había
Internet en el aeropuerto y aprovechamos para hacer las últimas consultas antes
de partir, además de prepararnos y terminarnos lo que nos quedaba de mantequilla
de cacahuete en seis tostaditas ricas. A eso de las 11:30 embarcamos en el
avión para volar a las 12. Efectivamente, las vistas del avión fueron
increíbles y quedamos maravillados de los contrastes de colores y paisajes de
Nueva Zelanda, tanto de la Isla Norte como de la Sur.
Sobre las 13:10 llegamos
a Christchurch, después de un autobús y andar más de cuarenta y cinco minutos
llegamos al hostal elegido (Around the World).
La atención fue increíble y de
lo más amable. Decidimos hacer la ruta aconsejada por la mujer del hostal, así
que cámara en mano nos adentramos por las entrañas de Christchurch. El centro
era desolador, solo de pensarlo la congoja vuelve a nosotros, todo el centro
estaba acordonado por los militares, no se podía acceder absolutamente a nada
del centro, solo andar por la calle central rodeado por vallas metálicas era
permitido, el terremoto acontecido en febrero del año pasado en Christchurch
arraso todo el centro, todos los grandes edificios con miles de oficinas, todas
las ventanas rotas y una raja enorme los partía o la catedral, la catedral más
fotografiada de Nueva Zelanda, sin su cruz (más tarde la vimos en el museo) y
todo el tejado derruido. Miles de tiendas y restaurantes cerrados,
prácticamente parecía una ciudad fantasma.
Anduvimos por los parques botánicos
y entramos en el museo donde se nos pasaron las horas y se nos hizo de noche.
El museo nos fascinó, pudimos ver desde como vivían los antiguos maoríes,
pasando a como vivían los primeros colonos ingleses en Nueva Zelanda a fotos
del terremoto, partes importantes de la ciudad que ahora residían en él (como
la cruz de la catedral) y videos de cajeros donde pudimos ver los
acontecimientos en vivo, fascinante e increíble a la par de escalofriante.
Pasamos por el supermercado a nuestra salida y nos
abastecimos de lo necesario para desayunar y comer algunos días. A nuestro
regreso la cena estaba preparada, el hostal donde nos alojábamos los miércoles
daba gratis la cena, casualidad, con lo que cenamos ese día una rica sopa de
verduras, alubias y carne, todo ello con pan gratis, pan!!! una autentica
delicia, repetimos de ambas cosas y después cansadísimos vimos una peli en el
ordenador y nos dormimos.
El jueves
19 cogimos a las 9 de la mañana el autobús a Queenstown, una de las mejores
experiencias que hemos tenido en bus, prácticamente todo el trayecto nos
acompañaron los Alpes a nuestra derecha, con sus cumbres nevadas, atravesando
hermosos ríos y lagos, haciendo paradas en lugares increíbles como el pueblo
Rakai famoso por sus salmones y los bellísimos lagos Tekapo, Pukaki y Wanaka.
Pasadas las 6 de la tarde, ya de noche, llegamos a Queenstown, compramos un
poco de embutido, pan y “unas cervezas” para después buscar el hostal. En el
hostal teníamos sopa gratis también para cenar, pero esta vez era solo de
verduras y no estaba tan rica, pero aún así, repetimos… Después de cenar a eso
de las seis de la tarde fuimos a ver el pueblo, un pueblo en el cual la gente
pernocta para ir a esquiar, con lo que os podéis imaginar la afluencia de gente,
tiendas y restaurantes que hay. Nos vimos envueltos en un millar de olores a
comidas. La ciudad esta regada por un lago transitable para los barcos, donde
suele transitar un barco que parece de vapor para los turistas y un parque
enorme acompañado del lago, esta parte la vimos de noche así que no pudimos
hacer muchas fotos.
A la vuelta, nos tomamos unas cervezas en el hostal viendo
padre de familia con los demás mochileros. Pronto nos marchamos a la cama ya
que al día siguiente nos levantamos a las 5:45.
El viernes
20 después de desayunar y terminar la mochila cogimos el autobús a las 7 de la
mañana. Cuando salimos de la habitación, en la de al lado a nuestros vecinos
les entro el calentón y sin poner las persianas les vimos consumar su amor…
jajaja. En el autobús vimos amanecer viendo salir el sol detrás de los Alpes,
una cosa increíble, con las nubes bajas parecía que nos íbamos a sumergir en el
océano, ese océano de nubes, precioso.
El conductor al ver que éramos pocos, le
piso un poco y nos paró en algunos de los puntos turísticos de la carretera,
una suerte la verdad.
Sobre la una de la tarde llegamos a Fox Glacier, buscamos
el hostal, comimos y nos pusimos en ruta, el destino seleccionado era “El lago
Matheson”. Para llegar tuvimos que andar unos diez kilómetros, pero merecieron
la pena, es increíblemente bonito, donde disfrutamos largo y tendido, para
volver otros diez kilómetros andando a buen ritmo, disfrutando de las vistas
del Monte Cook con más de 3700
metros y las praderas llenas de ovejas y vacas.
Después de cenar nos metimos a la cama a ver una peli, ya
que estábamos algo cansados.
El sábado
21 nos levantamos temprano, desayunamos y comenzamos a andar por la carretera
con el pulgar levantado, nuestro próximo destino Franz Josef, a unos veinticinco
kilómetros, tras andar unos cinco kilómetros nos pararon un par de cocineros
que iban a Franz Josef a comprar pan.
Sobre las 10 de la mañana nos instalamos
en la habitación, nos fuimos a inspeccionar el pueblo y comprar alguna cosa
para comer y para picar.
Después de comer sobre las 12, nos fuimos a andar al
glaciar, donde nos separaban unos 11 Kilómetros , al parecer el glaciar de Fox
Glacier está menos derretido, pero ya que teníamos pocos días, decidimos ver el
de aquí. No fue una perdida de tiempo ya nos impresiono el color azul del hielo
y como descendía la lengua de hielo de la montaña.
Por la noche cenamos y
después nos tomamos unas cervezas con unas patatas, mmmm.
El domingo
22 desayunamos tranquilos, quizás demasiado, lo que creemos que nos perjudico
después… A eso de las diez de la mañana empezamos a andar rumbo Greymouth con
el dedo levantado, esta vez eran 173 Kilómetros los que nos separaban, así que
no andamos mucho por si no había suerte. A los tres o cuatro kilómetros nos
paramos, andamos esto porque suele se mas fácil que te recojan haciendo
autostop en las afueras que en el pueblo. Cerca de nosotros se planto otro
autostopista, tardamos más de dos horas y media antes de que nos pararan,
bufff, creíamos que no nos iba a parar nadie…
Nos pararon dos alemanas muy
resultonas y también recogieron a nuestro compañero de dedo, en la autocaravana
había un autostopista más, jaja que bueno, las más de tres horas de camino,
debido a las curvas, la velocidad media era de 40 kilómetros hora, se
nos pasaron entre risas y hazañas.
Alrededor de las cuatro de la tarde nos
dejaron en Greymouth, buscamos un hostal y elegimos ‘El arca de Noé’.
Un hostel
que es un antiguo monasterio y cada habitación está dedicada a un animal, a
nosotros nos tocó la habitación de las ovejas, de esperar al encontrarnos en un
país donde hay más ovejas que habitantes jejeje.
Después fuimos a comprar para
comer, el menú elegido para esta comida-merienda-cena fueron unos Noddles,
huevos fritos y bacón, se nos derritió el
paladar, hacia tanto tiempo que no lo comíamos, tantos guisos y comidas
elaboradas que se nos había olvidado lo que eran unos buenos huevos fritos.
Tras una comilona dimos un largo paseo por el pueblo viendo el atardecer en los
muelles, algo diferente pero hermoso también. A nuestro regreso, nos comimos
unos chocolates y hablamos más de dos horas con nuestros compañeros de
habitación, una pareja de franceses muy amables, con los que intercambiamos
anécdotas. Esta vez dormimos en una cama que parecía una hamaca, la cama era de
muelles y al dormir los dos en una cama de 90 nos hundimos hasta el suelo, pero
no nos levantamos tan mal… jajaja.
El Lunes
día 23 nos levantamos cuando nos apeteció, ya que el ansiado Transalpine (tren
que cruza los Alpes) lo teníamos que coger a la 1:45pm, así que aprovechamos
para comer y leer correos. Según lo planeado, nos montamos en el tren y fuimos
recorriendo los Alpes con parada en Arthur’s Pass.
Una experiencia increíble, ¡nos
encanto! pero las fotos que habíamos visto estaba todo nevado y bueno, nos
hubiera gustado ver todo más nevado, de cualquier manera, fue una experiencia
inigualable. Sobre las seis de la tarde llegamos a la estación de Christchurch,
donde andamos más de dos horas para llegar al hostal. Cenamos, una charla con
nuestros nuevos compañeros de habitación y nos metimos a la cama, que al día
siguiente teníamos que madrugar.
El martes
día 24 nos levantamos a las 5:45 de la mañana, cansadísimos, parecía que no
habíamos dormido, una cosa horrorosa. A las 7:00 de la mañana cogimos el
autobús con destino Picton, resulto que el conductor se equivoco y estuvimos
esperando a una persona imaginaria un cuarto de hora, esto normalmente da
igual, pero nosotros cogíamos un ferry a la isla norte con veinticinco minutos
de antelación… Hicimos paradas en Kaikoura y Blenheim. Por el camino cerca de
Kaikoura, vimos un montón de focas en las rocas, pero el día nos salio
lloviendo y no pudimos sacar ni una foto, ohhh.
Finalmente llegamos a Picton donde el conductor nos acerco
hasta la terminal de Ferrys para que llegáramos a tiempo para el embarque, una
odisea. Por fin respiramos en el Ferry, un pedazo de Ferry, que nada tiene que
envidiar a los cruceros, contaba con 6
plantas y espacio para dos centenares de camiones…
Las vistas del ferry, no
fueron las esperadas, ya que el día estaba lluvioso, pero aún así merecieron la
pena, incluso pudimos ver un par de ballenas jugueteando, es increíble lo alto
que expulsan el agua al respirar. A nuestra llegada, habíamos quedado con una
amiga de Ainho, Carla una tía con mucha personalidad de Arnedo y su amiga
Nazaret con una chispa única, de Logroño. Con Carla habíamos quedado en el
centro, pero donde no sabíamos, ya que el papel donde apuntamos la dirección lo
perdimos, finalmente por una intuición de Ainho, llegamos al lugar donde nos
reunimos con nuestra amiga. Nos fuimos a tomar un café al bar Fidel’s, en la
calle Cuba, donde nos tomamos unos chocolates en un día de perros, el cual nos
invito Carla. Nos pareció fatal. Finalmente fuimos a casa de nuestras amigas,
no sin antes comprar un poco de cena y unas cervecitas para agradecer la
hospitalidad a nuestras amigas. Ya en casa nos reunimos con Nazaret, hicimos la
cena y nos dieron casi las cuatro de la mañana entre risas y anécdotas, ya que
nuestras amigas son todas unas exploradoras. No es una mala hora si al día
siguiente tienes fiesta, pero ellas tenían que levantarse a las a las 7 para ir
a dar clase a su instituto.
El
miércoles 25 nos levantamos a eso de las 9, pero reventados, nos queríamos
quedar toda la mañana en la cama. Preparamos las maletas, desayunamos y nos
fuimos a ver el monte Victoria, con unas vistas increíbles de la ciudad y del
puerto (pero con mucho barro)
para más tarde dar un paseo hasta el centro donde nos metimos en el
museo Te Papa,
en el cual nos pasamos toda la mañana, parte de la cual, estuvimos
viendo a unos niños maoríes bailando y cantando danzas tradicionales maoríes.
Nos quedamos atónitos y todavía se nos ponen los pelos de punta al recordarlo,
fue emocionante. A las dos de la tarde cogimos el coche de relocación (una
pedazo de monovolumen). Ya que las mochilas las teníamos en casa de nuestras
amigas, pasamos a recogerlas y ya de
paso comimos y nos despedimos. Muchas gracias amigas, lo pasamos genial y nos
lo pasamos en grande, esperamos veros por Sydney.
Ya en carretera, se nos hizo de noche enseguida, paramos a
comprar un poco de comida, leche y de paso cenamos un poquito. Para dormir
paramos en una área de servicio, donde pasamos más frío que en el polo norte,
de hecho, a las 5 de la mañana decidimos tirar un poco mientras la calefacción
calentaba la furgoneta. Paramos a dormir a las 6 y media con vistas del lago
Taupo, donde dormimos súper hasta las 10 de la mañana.
El jueves
26 tras levantarnos, vimos el lago Taupo con unas vistas increíbles de los
montes Tongariro y Ruapehu.
Más tarde, condujimos hasta Rotoura, lugar famoso
por ser sagrado para los maoríes, aquí descubrimos que no se podía ser más
tacaño, nos cobraban 30 dólares a cada uno por ver un geiser, si querías ver
otro tenias que pagar otros 30, en fin, decidimos ver un par de lagos, el lago
verde y el lago azul, los cráteres de volcán con tierra hirviendo, burbujeando
y olor a huevos duros, un paseo por la ciudad y visita a sus ciudadanos (no se
como pueden vivir con ese olor). Luego condujimos largo y tendido para llegar
hasta las playas termales en la región de Coromandel donde pasamos noche.
El viernes
día 27, empezamos a caminar a la vez que el sol salía sobre las 7 de la mañana,
teníamos que ver un montón de cosas antes de la una que devolvíamos el coche.
El primer punto fue Catedral Cove, una playa a la que tardamos treinta minutos
en llegar andando, pero finalmente mereció la pena, una gran cueva fabricada
por el agua y el viento, todo ello mientras amanecía, un espectáculo sin igual.
Tras conducir unos cuantos kilómetros llegamos a Hot Water Beach (playa de agua
caliente), debajo de esta playa hay un río de lava que calienta la arena de la
playa, cuando la marea esta bajando, la arena queda empapada de agua y se calienta
de 60 a
65 grados, normalmente la gente hace agujeros en la arena y se baña en estas
termas naturales, pero nosotros al contar con poco tiempo y no tener una ducha
cerca, decidimos meter solo los pies, que gozada, en verano esto tiene que ser fantástico.
Condujimos por un puerto sin asfaltar con un montón de desprendimientos donde
Iván disfruto de lo lindo conduciendo y por toda la carretera de la playa
disfrutando del día tan fantástico que tuvimos.
Sobre las 11 de la mañana
llegamos a Auckland y ya que teníamos coche aprovechamos para subir al monte
One Tree Hill en el parque Cornwall, con unas vistas extraordinarias de la
cuidad,
para más tarde dejamos la furgoneta. Ya con las mochilas en la espalda
nos fuimos a ver el centro con sol y a eso de las 4 cogimos el tren de vuelta a
la casa de nuestros amigos Rudi y Jutta. Tras una ducha y terminar de hacer las
maletas uno y el otro escribir estas notas, comimos una pizza con una rica sopa
que nos había preparado Jutta regado con un vinito Neocelandés, de fábula.
El sábado
28 nos levantamos temprano, pero muy muy bien después de dormir en el coche, la
cama se agradece que no veas. Desayunamos todos juntos, ultimamos y a eso de la
una de la mediodía nos llevaron a aeropuerto, siguiente destino Sydney.
Esta vez
felicitamos a Luisa, la abuela de Ainhoa que el pasado día 20 ha cumplido un añito más
¡¡¡FELICIDADES ABUELA!!! Esperamos que lo pasaras genial, a la vuelta lo celebraremos todos juntos.
Para todos los demás os deseamos unos felices días y un sol
radiante. Muchos besos.